La sociedad y la educación nos obligan a una vida sexual y sentimental en pareja. A ser fiel a una sola persona hasta que la muerte nos separe, que agobio, ¿no? Además, ser fiel es no faltar a la palabra dada, a lo que dos personas acuerden, no significa tener que desear y sentir atracción por una única persona durante todo el tiempo que tengas una relación con ella. Es no faltar a las normas que libremente se hayan pactado entre los dos.
Yo, aún siendo puta, soy fiel a mi pareja. Porque respeto los acuerdos y límites que hemos puesto entre los dos. Y que no tienen por qué ser los mismos, cada uno tolera o no da importancia a una serie de cosas, cada uno es libre de tener sus manías e inseguridades.
Nosotros, por ejemplo, lo único que no podemos hacer es mentirnos. Y para el sexo fuera de la pareja sabemos que a mí no me gusta que vaya con chicas que no sean de pago y a él le molesta más si salgo a comer o de paseo con alguien que si estamos en la cama. Yo me siento mejor si sé que él está sexualmente satisfecho, incluso los días que no puedo o no me apetece. Y a él le vale todo lo que me haga feliz.
Se puede dar mucho cariño y placer a varias personas, y no me refiero sólo al mismo tiempo (sonrisita pícara) pero no por eso se agotan para otras. Sería como si por querer a la familia, no se pudiera querer a los amigos. Hay muchos tipos de deseo y afecto. Todos son inagotables y no interfieren entre ellos.
Las relaciones sexuales (o con algún componente de atracción) implican intimidad y entrega, mucho más si son continuadas porque se adquiere un alto grado de confianza y cariño. Pero el placer y la afectividad no van por gramos, no quiere decir que si te doy diez sólo me queden tres para otra persona. Incluso generamos más cuando más activos estamos. Algunos de mis amigos me cuentan que a raíz de nuestros encuentros sus mujeres han mostrado más interés en retomar las relaciones sexuales con ellos.
Pero, vale, aceptemos lo normal y lo menos complicado es hacerlo sin que la otra parte se entere. Aún así, si es para evitar perjuicios y complicaciones, ¿hay que sentirse culpable por disfrutar y sentirse bien? ¿Hay alguna diferencia entre estar jugando al paddle o estar dándose cualquier otro gusto al cuerpo? Lo que estamos traicionando, ¿son nuestras propias normas o las generales establecidas? ¿Por qué tenemos que sentir que algo está mal cuando no hacemos mal a nadie?
También varios amigos me cuentan que están seguros de que sus parejas saben y consienten, ¡claro! Mientras des de ti todo lo bueno, e incluso estés mejor porque llegas desahogado y feliz, ¿qué más da el motivo de ese bienestar?
Lo que yo siento como exclusivo es el amor, pero amar no es poseer, es cuidar y entregarse cada día, en mil cosas que no tienen que ver con el ocio y el sexo. El amor profundo sí es el que entregas a una sola persona, es tan grande que no cabrían más. Pero, por favor, no lo confundamos con el sexo, unas risas, el afecto o unas confidencias relajadas a media tarde. Ni lo hagamos excluyente, dejemos que nos aporte sin restarnos.
Os invito a compartir la alegría de la libertad. A permitiros momentos que os hagan sentir bien, en cualquier ámbito.
Sed felices.
Os envío unos besos sin compromiso.