Me apetecía algo inmediato, puro instinto animal de hembra en celo y pensé en ella. Marqué su número de puterío, como ella lo llama y, como siempre, encendido.
- “¡¡Hola, nenita!! ¿Cómo estás?
- “Cachonda como una perra, ¿estáis en casa?”
- “M. (su marido) no, pero yo estoy como a media hora”
- “Genial, eso es lo que tardo yo más o menos”
- “¿Quieres algún juguete?”
- “Te deseo a ti, zorra, pero jugamos con lo que quieras”
De camino mientras conducía mi sien latía acelerada al mismo ritmo que mi sexo. Lo notaba palpitar, gritando casi su deseo. Yo iba como esclavizada, con el único fin de cubrir su exigencia.
Llegué y su coche aún no estaba. Empecé a tocarme un poco, aún sin quererlo, pero me costaba esperar.
Al fin la vi torcer la esquina y con una señal con sus luces para tranquilizarme, me dijo “ya llego, ya llego”.
Me costó no empezar a sobarla y desnudarla cuando bajó a abrir la verja. Pero me contuve por los vecinos.
Nada más cerrar la puerta se abrió la gabardina, sólo llevaba las botas.
-Continúa en :
Esas Chicas Concurso Esas Chicas (2) página 6 del hilo. Esas chicas
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